lunes, 6 de octubre de 2025

Impresiones de un día 2.0 (picnic de publicación colectiva-participativa)

 


Acción colectiva de impresión en frottage con láminas realizadas en termoformado e intervención con sellos hechos en grabado en relieve sobre borradores, para la publicación de Guioné (6 de octubre de 2025).
 


LEE-E hizo parte de los eventos inaugurales de la Semana 11: Manifiestar de la Carrera de Artes Visuales de la Pontificia Universidad Javeriana, con la construcción de una nueva acción de Impresiones de un día, que, en esta edición 2.0, se adhirió al concepto de picnic planteado por la Carrera para generar un espacio de composición gráfica en torno a lo orgánico, la comida y la experiencia sensible de estar presente en un espacio de comunidad en torno a la merienda al aire libre.




En esta oportunidad se dispuso una serie de cincuenta láminas nuevas realizadas en termoformado para la elaboración de las imágenes. Estas catalizaron las huellas de elementos orgánicos —como hojas, flores, semillas, pasto y cáscaras, entre otros—, al igual que de objetos comestibles, como pedazos de frutas, galletas, papas —procesadas y sin procesar— y demás piezas asociadas a los lenguajes de lo consumible, como anillas de lata.




Se propuso la realización de las imágenes en servilletas-blondas de papel que, como variación del formato anterior, además de permitir un uso más libre y creativo en la composición, remiten a la idea objetual de lo comestible, en una propuesta que apela a la sensación táctil y visual de aquello que articula un picnic, pero desde su realización gráfica como publicación.




Es así como, en esta edición 2.0, el proceso de publicación se enfoca en la acción material y gestual que propicia el picnic como espacio de contacto y contemplación del entorno orgánico y de lo comestible, bajo un deleite estético del estar presente.

Como lo plantea Byung-Chul Han en Loa a la tierra, existen unas dinámicas dimensionales en la relación entre el control de lo humano y lo orgánico, que dan cuenta de un proceso temporal donde se negocian ritmos entre los diferentes agentes vivos y se hacen inminentes los espacios de quietud y contemplación, contrapuestos a las dinámicas propias de la inmediatez contemporánea, que dan lugar a una sensibilidad estética de la presencia espacial (2019). Por ello, desde la reflexión anterior sobre la tensión entre los estadios semióticos de la huella-indicio y los símbolos-abstracciones, se plantea un uso de las matrices desde una relación táctil que parte de aquellos indicios presenciales y experienciales que dan cuenta de un estado de creación y de impresión que hacen inminente el diálogo con el tiempo de su proceso.

El picnic ha sido un escenario de amplia representación en las artes visuales desde el siglo XVIII y, a través de ello, ha desplegado reflexiones profundas sobre el carácter de domesticación de lo orgánico que conlleva la modernidad. La práctica misma de comer en un entorno natural, a la vez que controlado, da cuenta de la nostalgia romántica por los entornos naturales y revela un espíritu de anhelo por la quietud de los espacios orgánicos, en simultáneo con su capacidad de cambio abrupto y su ferocidad contenida (Miller, 1989). Por otra parte, también se revela, a lo largo de su historia, como una suerte de ritual que ha funcionado para consolidar nociones de clase en torno a su práctica, ligadas, asimismo, a la industrialización y al anhelo por el ocio conceptualizado como retorno a lo natural (Miller, 1989).

Es así como el picnic guarda muchos elementos de las tensiones de la modernidad y se presenta, a la vez, como una dinámica espacio-temporal de contemplación y de fuga del frenetismo industrializado y de la cotidianidad urbana, que involucra el lidiar con las otredades del entorno orgánico, imposibles de controlar o domesticar totalmente. Desde allí, la artista Kaisu Koski propone el picnic como una metodología del performance y de la imagen en movimiento, pues, aunque su práctica conlleva un fuerte peso histórico como acción simbólica en la tensión entre clases, la horizontalidad que implica, tanto de lo humano como de lo comestible —pues se tienden ambos sobre el césped—, hace inevitable el contacto con otredades radicales y con el carácter incontrolable del medio ambiente (2024).

La reflexión propuesta desde LEE-E implica, así, tener en cuenta estos elementos para pensar el picnic mismo como una potencial metodología de la gráfica, que involucra el hacer consciente de la reproducción desde las matrices a través del contacto, en un proceso gestual con sus demandas temporales y bajo las condiciones atmosféricas de la espacialidad al aire libre.

Los elementos orgánicos desde los que se construyeron las matrices no son de fácil reproducción por sus propias cualidades corpóreas y representarían un reto para un ejercicio de frottage directo, por lo que la captura a través del calor, mediante el termoformado, resulta vital para su reproductibilidad, que posteriormente se concreta por medio del carácter táctil del gesto con los crayones. En consecuencia, hay un ejercicio de remediación de largo aliento que le otorga al proceso de publicación una serie de capas y estadios en los que se involucra una temporalidad propia y un accionar gráfico que convoca tanto a la colectividad como al contacto.

Como parte de la reflexión sobre aquello incontrolable en relación con las otredades que atraviesan el picnic desde lo orgánico, se dispuso también una serie de seis sellos de insectos, hechos en grabado en relieve con borradores como superficie de matriz. Esto involucra, además, la noción de bug proveniente de la informática, pues, de la misma forma en que las criaturas simplemente aparecen en el entorno e interpelan aquello que está definido o programado desde la disposición humana del picnic, los errores que surgen en los softwares provienen de aquello que no logró organizarse o delimitarse en su escritura, generando una irrupción en su entorno. Todo ello en un paralelismo que remite a los límites de lo programable.




El formato, por su parte, además de remitir a la semiótica de lo comestible, despliega una reflexión sobre su cualidad misma como soporte de alimentos, que cataliza aquellos elementos dispuestos desde la gráfica. Por otra parte, permite unos diálogos particulares de composición desde lo circular, que dan lugar a potenciales juegos cromáticos, narrativas y apropiaciones de las imágenes.



Como contraste con la noción de huella y contacto, también se dispuso un panel metálico —bajo la misma diagramación anterior de Impresiones de un día— que podía ser intervenido con el uso de magnéticos de los íconos de Power Point. A los participantes se les invitó, entonces, a construir sus impresiones en el panel, lo cual generó composiciones sintéticas y abstractas propias de las lógicas digitales.

Con todo, se generó un espacio reflexivo en torno a la noción de picnic, en el que fue posible repetir el ejercicio de frottage propuesto en su versión anterior, pero bajo las particularidades de un enfoque sobre lo orgánico, la huella y la interrelación que genera el espacio de encuentro en torno a la comida.
















Participantes del proyecto:

Conceptualización y diseño del proyecto y de la publicación por María Alejandra Escobar, Andrea Cruz, Ana María Cortés, Clara Unigarro y Ronald Meléndez.

Construcción de matrices por María Alejandra Escobar, Andrea Cruz, Clara Unigarro y Ronald Meléndez.

Diseño, conceptualización y realización de los sellos por Clara Unigarro.

Realización de contenido para redes por Andrea Cruz y Ana María Cortés.

Facilitación de la actividad por Alejandra Escobar, Andrea Cruz, Ana María Cortés y Clara Unigarro.



Bibliografía:

Han, B.-C. (2019). Loa a la tierra: Un viaje al jardín. Herder.

Koski, K. (2024). Picnic methodology: Rethinking multispecies relationships through alfresco meals. Sheffield Hallam University Research Archive (SHURA). 

Miller, A. L. (1989). Nature’s transformations: The meaning of the picnic theme in nineteenth-century American art. Winterthur Portfolio, 24(2/3), 113–138. The University of Chicago Press.